Desde ya un tiempo venimos descubriendo aterrados la proliferación de trampas en el campo y en el monte para disuadir a los ciclistas de pasar por determinadas zonas. Aunque al principio pudiera ser algo casi anecdótico, el número de trampas ha ido en aumento y ha llegado a convertirse en una peligrosa práctica que pone en riesgo la vida no solo de ciclistas, sino también de motoristas y senderistas que pasean por caminos forestales.
“Algunos de los obstáculos son accidentales, los colocan sin saber que pueden ser peligrosos, pero otros están hechos a mala leche”, explicaba Víctor Tarodo, vicepresidente de la Asociación Internacional de Bicicleta de Montaña (Imba, en sus siglas en inglés). Muchas de estas trampas son colocadas por cazadores y ganaderos a los que las bicicletas resultan molestas, por lo que han hecho de este peligro un método para mantenerlos alejados.
Este tipo de cepos, hábilmente camuflados son tablas con puntas, piedras enormes en medio del camino, barras de acero, cables a la altura del cuello y la cara o clavos enterrados en el suelo para que pinchen las ruedas son algunos ejemplos de las trampas potencialmente peligrosas que este colectivo encuentra por el monte.
Además, los ciclistas denuncian que el peligro no está solo en pinchar una rueda y caer encima de un clavo, sino que algunas de las trampas pueden llegar a resultar mortales. Toparse con un cable a la altura del cuello, por ejemplo, o los alambres de espino estratégicamente colocados entre dos árboles a la altura de la cara pueden resultar mucho más peligrosos.
Tanto ciclistas como asociaciones aseguran necesitar la colaboración ciudadana para eliminar estos peligros, y piden que si alguien encuentra una de estas trampas llame inmediatamente al 112 para que sea retirada, añadiendo que es importante esperar a que llegue la Guardia Civil para evitar que otra persona caiga en la trampa y termine herida.
Pese a las quejas y denuncias, los accidentes no han podido evitarse. El más sonado fue el de Manuel Fernández, un ciclista cuya cara quedó desgarrada al cruzarse con una de estas trampas mortales en Oviedo hace un año. El deportista resultó herido de gravedad y tuvo que ser operado,
Pero no fue el único. En septiembre del pasado año La Voz de Galicia recogía el accidente de otro ciclista, esta vez en Vigo, al impactar con una piedra de grandes dimensiones colocada estratégicamente en un cambio de rasante. El deportista sufrió una lesión medular irreversible a causa del accidente, quedando sin sensibilidad de hombros para abajo.
Asociaciones de ciclismo de montaña, como la 'Asociació de Ciclistes de Muntanya de la Comunitat Valenciana' (ACIMCOVA), llevan mucho tiempo denunciando la proliferación de estas trampas. También tratan de concienciar sobre los peligros que pueden encontrar a los ciclistas que se aventuran al monte, para que lo sucedido a Manuel o Diego no se repita. “No nos gusta que esto sea noticia, pero desgraciadamente es nuestra realidad” publicaba ACICOMA en sus redes sociales.